| LAS CAJAS DE POASITO A TRES MESES DE LA TRAGEDIA
El pasado ocho de enero, en segundos, un evento natural transformó dramáticamente una región del país, que era visitada por turistas nacionales e internacionales, no solo para ver el coloso del Poas, sino extasiarse viendo la flora y fauna de sus comunidades aledañas, hablar con su gente y comer ricos manjares en los tramitos y sodas a la orilla de la calle.
Con el terremoto, esas personas de las comunidades afectadas, otrora alegres, con el pensamiento puesto en sus familias y en el trabajo agrícola, pecuario y turístico, cambio drásticamente, su pensamiento se orientó a la sobrevivencia, en mirar que los tres estadios sociales y económicos que tenían asegurados, se habían destruidos: la vivienda, la producción y el trabajo.
Después del sismo, las horas comenzaron a pasar, algunos se ubicaron en albergues para que en tiendas de campaña y debajo de carpas de circo pudieran pasar en familia las inclemencias del día y las noches con temperaturas hasta de 5 grados centígrados y los más favorecidos, gracias a las Iglesias de la zona, se reunieron en sus instalaciones que quedaron en pie. El resto de familias que eran las más numerosas, se quedaron en sus casas o frente a ellas, para resguardarlas de los que les gusta tomar lo ajeno.
El pueblo de Costa Rica y amigos internacionales, al conocer de esta tragedia, generosamente comenzaron a alistar artículos de primera necesidad o despojarse de ellos, para llevarlos a la Comisión Nacional de Emergencia y a la Cruz Roja, y esperando, como es lo lógico, los repartieran entre las familias de las trece comunidades más afectadas por el terremoto.
Por los medios de comunicación, la generosa ayuda comenzó a ser noticia. En las montañas de las comunidades aledañas al volcán Poas y entre el miedo, destrucción y falta de los servicios públicos primordiales (electricidad, agua y teléfono) se esperaron esos artículos que los grandes del Gobierno decían que habían enviado. A los albergues comenzaron a llegar artículos de primera necesidad, pero a la otra parte de la población civil (90%) que se encontraban fuera de los albergues y que sus alimentos se habían confundido con los vidrios, que tenían reglas o palos de madera sosteniendo sus paredes, que dormían debajo de plásticos en sus solares para pasar las noches, que tenían sus cultivos sin agua, que les daban la noticia que habían perdido sus trabajos…, esperaban con ansia esa ayuda gubernamental, pero arriba no llegaba nada.
Gracias a costarricenses, grupos comunales, de servicio y religiosos, que no querían dar los artículos a los entes citados, subían con camiones prestados o alquilados por ellos mismos, para llevar alimentos, agua y abrigo a las familias afectadas no albergadas. Como ejemplo, en la comunidad de Fraijanes, mientras la CNE llevó cuarenta diarios, cuarenta envases con agua, cien cobijas y cien esponjas, el Grupo de Apoyo de Fraijanes integrado por vecinos damnificados, repartió a sus congéneres, 2000 diarios, cantidades de leche, pañales, cobijas, colchones, ropa, tiendas de campaña, medicamentos y hasta juguetes para los niños… y las bodegas de la CNE y Cruz Roja, continuaban hinchándose e hinchándose.
A tres meses del evento, las comunidades afectadas, desesperanzadas y doloridas por el abandono del gobierno, por sí mismas y con el apoyo de organismos religiosos y de servicio, están organizándose para tratar de solucionar:
E l problema de la vivienda, principalmente porque las lluvias se inician y sus enseres se les van a arruinar dentro de sus “casas”;
El problema de la obtención de un terreno que ya es conocido su ubicación y su costo por los entes gubernamentales, para que las familias que otrora tenían su tierra y su casas, dejen de estar arrimadas en otros hogares de familiares o vecinos, y logren que se les construya un muevo hogar;
El problema de quebradas que pasan por las comunidades, que quedaron llenas de escombros y ramas, que si no se limpian pronto van a traer otra calamidad por las inundaciones que puedan ocasionar;
El problema del agua potable que sus captaciones, que se encuentran en las alturas de nuestras montañas, están “guindando” y con el inicio del invierno u otro sismo fuerte, se puede destruir y entonces va a dejar a toda la población sin este preciado líquido y hasta parte importante de la ciudad de Alajuela va a sufrir también;
E l problema de los productores agrícolas, para que sus cosechas no se les pierdan, se han unido para poder traer el agua de las alturas a sus cultivos, ya que no han tenido la ayuda estatal para ello;
El problema en lo laboral, las grandes empresas de la zona que ocupaban mucha mano de obra, han ido despidiendo trabajadores y los famosos subsidios que da el gobierno y por los cuales se pagan sumas millonarias a los medios de comunicación en su propaganda, se reparten a cuenta gotas, por un tiempo máximo de 6 meses, teniendo que lidiar para su consecución con penosas filas, regañadas y muchas veces hasta que desplazarse a zonas como Alajuela, Poas o Grecia, para ver si aparecen en las listas levantadas por todas las instituciones del gobierno que pulularon en los primeros días post terremoto y que ahora no se ven.
El problema del turismo nacional y extranjero, que llega a nuestra linda y querida, para practicar lo que se ha denominado “un turismo de desastre” pero que no deja nada positivo a las comunidades afectadas.
El problema del camino que se está abriendo en la zona del epicentro, que dicho por los entendidos en la materia , se convertirá en otro Zurquí, pero… “poderoso caballero es don dinero”.
El problema de muchos otros problemas que han quedado sin resolver y que un altísimo jerarca, de esos que llegan a nuestras comunidades en costosísimos carros, viáticos pagos, que están hablando con uno y sólo volviendo a ver el reloj, diga que el gobierno nada puede hacer nada por motivo de la burocracia imperante y que se está esperando mayo o meses posteriores para sentarse con donantes extranjeros y ver si se consiguen fondos, para iniciar los trámites de licitaciones y otros engorrosos menesteres ministeriales y así poder ir resolviendo uno a uno los problemas que aquejan la zona. Preguntándonos los de la montaña ¿qué destino tomó el dinero que generosamente donó el pueblo de Costa Rica?
Y en Poasito, pobre Poasito tras que quedó maltrecho por el terremoto, el gobierno le quitó el único pulmón y lugar de escape de la comunidad en caso de otro evento natural como lo es la plaza de deportes. Primero albergó ahí a personas de diferentes comunidades en tiendas de campañas y debajo de carpas de circo y ahora, les cambian esas tiendas por cajas de 18 metros cuadrados “temporales”, sin ventanas porque lo que tienen es un hueco cuadrado que deben de tenerlo cerrado debido a que se les mete el frío y la lluvia, teniendo en esas cajas la electricidad como único servicio, porque para utilizar los demás tienen que desplazarse hasta más de cien metros, para ir al baño, al servicio sanitario, el pegarse a turnos para lavar sus ropas y a comer y, para colmo, para estar en esas “residencias” como dijo una ministra, los obligan a firmar un contrato por un año, prorrogable a dos y les dicen que al término de ese tiempo tienen que devolver las cajas.
A un mes de inaugurado este precario por altas personalidades del gobierno, que llegaron en helicóptero y un millonario despliegue publicitario, ya se ven las inclemencias del clima y mala construcción y los genios les dicen que después de uno o dos años deben devolver esas cajas.
Lo interesante de todo, estimados lectores/as, es que hace un mes estos albergados firmaron el contrato y dentro de un año, mera coincidencia, se realizarán las elecciones nacionales.
Las fotos adjuntas, desnudan una verdad relacionada con la propaganda que el gobierno vende en el exterior sobre Costa Rica. Los turistas llegan al país creyendo firmemente que realmente vienen a un país de desarrollo humano alto como lo han vendido. Pero la realidad que ven es otra, conocen la otra Costa Rica, la verdadera, la que no posee un plan de emergencia nacional, regional ni comunal, sino aquella que los afectados del terremoto hemos sentido y vivido un plan de ocurrencias, de apaga incendios, elaborado entre cenas ovíparas y costosas en los grandes salones de los hoteles y restaurantes de nuestro país.
¡ Pobre Poasito, pobres comunidades afectadas, pobre Costa Rica ¡
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