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Las instalaciones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), ubicadas en diferentes puntos del territorio nacional, son las más visitadas por las personas con discapacidad.
Tras esa circunstancia, la CCSS está realizando ingentes esfuerzos por mejorar la accesibilidad de esa población a sus instalaciones mediante ajustes en su infraestructura, capacitación e incluso algunos funcionarios del Hospital Nacional Psiquiátrico se pagaron, con recursos propios, un curso de lenguaje de señas costarricense (Lesco) para mejorar la comunicación con pacientes con dificultades auditivas.
De acuerdo con información suministrada por el Consejo Nacional de las Personas con Discapacidad (CONAPDIS) el 75.5
e esa población visita las instalaciones de la CCSS en procura de algún servicio.
La arquitecta Ilonka González del programa de Accesibilidad Institucional, explicó que la CCSS debe garantizar los servicios a toda persona y ofrecer comodidad, seguridad, autonomía y naturalidad.
Como parte de este esfuerzo, la institución ha compartido con otras instituciones públicas la Guía Práctica de Accesibilidad para Todos, la cual consolida la legislación, normativa y criterios básicos en materia de accesibilidad, de manera que los funcionarios, especialmente de las áreas de diseño, tuvieran un fácil acceso a esta información en un formato de fácil lectura e interpretación.
La adecuación, de acuerdo con las disposiciones institucionales, debe cobijar no solo a personas en sillas de ruedas o ciegas, sino también a las personas con deficiencias mentales, obesas, adultas mayores, los niños, las madres con menores de brazos, personas con deficiencia temporal, en fin una gran cantidad de personas que se ven beneficiadas cuando el diseño así lo permite.
La institución también está haciendo un despliegue de recomendaciones a escala institucional, entre las que se encuentran las siguientes:
Asegurarse que por lo menos un 5
e los espacios en los parqueos sean asignados a los autos que transportan personas con discapacidad.
Que el desplazamiento hasta llegar a la puerta de ingreso, no se vea obstaculizado por gradas, vehículos mal estacionados, objetos como carritos de mano “perras de carga” rampas inadecuadas y otras barreras que pueden impedir el libre tránsito.
Se debe recordar que la persona con discapacidad es un usuario al que deben dirigirse y no invisibilizarlo consultando a su acompañante.
Si el mostrador es muy alto y la persona que se desplaza en silla de ruedas no es escuchado o se dificulta la comunicación, es mejor que el funcionario, salga con su silla, documentos y una tabla de soporte en caso que deba firmar o leer con comodidad, así ambos estarán a la misma altura y la comunicación será más fluida.
Si quien está en la ventanilla presenta discapacidad visual, hay que solicitarle los documentos y dirigirse a él por su nombre para que sepa que no es a otra persona a quien le está hablando.
Si presenta discapacidad auditiva, se le debe hablar con normalidad, pronunciando con claridad y se recuerda que el gritar o hacer gestos exagerados no ayudará en el proceso de comunicación.
Si los funcionarios están capacitados para emplear el lenguaje de señas costarricense (LESCO) hay que utilizarlo y si el paciente prefiere comunicarse en forma escrita se debe hacer con claridad.
Si se trata de un adulto mayor hay que tratarlo como tal sin infantilizarlo con expresiones como “papito” “mi chiquito” “amorcito, abuelito, abuelo…” aunque con cariño, es un lenguaje incorrecto e irrespetuoso.
Estás recomendaciones se están haciendo en toda la plataforma de comunicación que tiene la institución para dirigirse a sus funcionarios.
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