| Fuerza Pública vigiló a miles de costarricenses y mexicanos.
LOS CUATRO PROTAGONISTAS DE LA FIESTA DEL FÚTBOL
Más de 280 policías estuvieron a la orden de la ciudadanía.
La policía supervisó dentro y fuera del estadio Ricardo Saprissa.
Por Carlos Eduardo Hidalgo Flores
El reloj marcaba las dos de la tarde…
Los aficionados alistaban sus banderas y sus camisas para vestir de rojo las graderías del estadio Ricardo Saprissa Aymá.
El tiempo avanzaba y la afición se desplazaba hacia Tibás para vivir en vivo y a todo color la fiesta del fútbol. Era una noche fría, que presagiaba un amargo desenlace.
Cuatro eran los protagonistas: el equipo de Costa Rica, el equipo de México, los aficionados y la policía.
Sí, la policía.
A la misma hora, en la Región de la Fuerza Pública ubicada en San José, más de 280 oficiales del Ministerio de Seguridad Pública recibían las indicaciones de sus superiores para velar por la tranquilidad de los costarricenses y mexicanos que disfrutaríamos del partido.
-“Sí señor”. Con esa frase, los oficiales se despidieron de sus jefes y emprendieron el viaje hacia la “Cueva del Monstro”. Tres autobuses repletos de oficiales, uniformes, chalecos, armas, capas y guantes eran la evidencia de que había una buena organización policial.
Ya en Tibás el ambiente era otro: algarabía, emoción, expectativa, fiesta, rumores, banderazos y gritos. Sin embargo, la Policía tiene bien clara su misión: cuidar a la ciudadanía y mantener el orden público.
Fue así como vino el pitazo inicial…Pitazo que para muchos mejor no se hubiese dado.
Mientras casi cuatro millones de personas disfrutaban del fútbol, los oficiales de la Fuerza Pública estaban atentos al acontecer en las calles, dentro y fuera del estadio.
La fiesta se vivía intensamente, hasta que cayó el primer gol en contra de Costa Rica. La algarabía había disminuido un poco pero las esperanzas eran las mismas: ganar.
Sin embargo, el segundo y el tercer gol del segundo tiempo pusieron en aprietos a nuestra Selección Nacional… ¡Verdaderos aprietos!, ¿o no?
Los aficionados empezaron a retirarse del Estadio y la policía siempre estuvo a la expectativa para que cada uno pudiera volver a su casa con la misma seguridad y serenidad con la que había llegado.
Así fue como el personal de la Fuerza Pública, al mando del Comisionado Raúl Rivera, garantizó la seguridad antes, durante y después del partido eliminatorio.
No hubo amagos de violencia que lamentar, la afición al fin y al cabo aceptó la derrota y mantuvo siempre la cordura ante un evidente y adverso marcador.
La fiesta se vivió, la “Cueva” vibró y la policía, uno de los protagonistas, fue el principal ganador pues del todo cumplió con su objetivo.
Entonces, el reloj marcaba la media noche, ya las calles de Tibás estaban vacías y los oficiales de la Fuerza Pública se desplazaban para continuar con sus labores cotidianas.
Queda claro que mientras el reloj avanza y muchos descansamos, hay miles de personas uniformadas que dan la vida por usted, por su familia y por mí.
Así con tranquilidad se vivió una noche de fútbol que quedó para la historia, historia que pareciera nunca acabar.
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